Lucio Riquelme Cáceres
Un día jueves, en la tarde, tuve que ir a la casa de Pepe Atenas, mi profesor de animación en computación, que quedaba en San Alfonso. Poco antes de llegar a su hogar leí un letrero que decía: “ NO SE OLVIDE DE PASAR A CONOCER LA CASCADA DE LAS ÁNIMAS ”. Me llamó profundamente la atención y decidí investigar de qué se trataba esta historia ya que sabía que este sector del Cajón del Maipo está lleno de leyendas que surgen de la realidad, de acontecimientos, a veces rutinarios, que se trasmiten de boca en boca, de generación en generación y, a cada paso, se van agregando sucesos. Hechos que van dando origen a otras historias a partir del mismo episodio.
Conversé con Pepe quien me indicó dónde se encontraba la Cascada de las Ánimas, también me dijo que el suceso ocurrió a principios del siglo XX y fue que unos desalmados encontraron a dos jovencitas pastoras que se hallaban cuidando un rebaño de ovejas y empezaron a perseguirlas para violarlas. Sin embargo, las dos pastorcitas huyeron llegando a lo alto de una cascada del río Maipo y desde allí se lanzaron al torrente hundiéndose en el agua.Pero la corriente era tan fuerte que se las llevó y nunca más aparecieron.
Empecé a caminar cordillera arriba, sólo había una huella pedregosa por donde caminar cuando ya el crepúsculo vespertino se acercaba. Pensé que debía encontrar esa cascada y pasar la noche allí escuchando el murmujear del agua a la luz de las estrellas si no la hallaba.. Logré llegar a la cascada antes que anocheciera y observé desde la cima de ella la profundidad del torrente del río a la cual habían llegado en su salto desesperado las dos pastorcitas. Luego de un rato de estar mirando, pensé: » Yo no saltaría ni por todo el oro del mundo, pero si me estuvieran persiguiendo, no tendría más opción de hacerlo“. Cuando llegó la noche busqué refugio en el lugar y me tendí debajo de unos arbustos; con la pequeña manta que llevaba logré cubrir parte de mi cuerpo.
En la mañana, comencé a descender con precaución ya que la bajada era sinuosa, llena de piedrecillas, de piedras de distinto tamaños, para no tropezar y rodar cuesta abajo con quizás que consecuencias; en esto estaba cuando escuché arriba,en la cima de la cascada, gritos de dos personas y luego el sonido de cuerpos que caían en el torrente. Me apresuré en llegar al río para ver quiénes eran lo que se habían lanzado, llegué al torrente y no encontré a nadie. Me pregunté si realmente había escuchado gritos y sentido caer cuerpos al río pensé para mis adentros ¿ habrá sido una ilusión?
Como estaba muy transpirado decidí bañarme un momento, me saqué la ropa, quedé en calzoncillos y me sumergí con cuidado en el río y en el momento de zambullirme en él, escuché que alguien decía: “ Estas aguas son mágicas, hacen decir la verdad ”.